El pasado migrante de Valtierra
En la década de 1960, decenas de jóvenes de Valtierra decidieron cambiar los márgenes del Ebro por las orillas del lago Constanza. Allí, lejos de casa, en un país que no siempre les comprendía se convirtieron en emigrantes para dedicarse a aquellas labores que los suizos no querían hacer
Basta con hacer una simple búsqueda en la hemeroteca de Diario de Navarra para encontrar noticias que constatan el pasado migrante de Valtierra. Cientos de resultados, casi imposibles de compaginar con la depresión post vacacional de estas fechas, pero traídos a colación por las últimas declaraciones 一y disculpas一, del alcalde de la localidad ribera, Manuel Resa Conde, atestiguan que los Navarros también tuvieron que marcharse de su tierra, dejar todo atrás y trabajar duro por un futuro diferente al que les ofrecía el campo.
En el debate público abierto por Resa conviene recordar que los valtierranos también fueron emigrantes, también sufrieron la etiqueta de forasteros y un trato desigual. De varias noticias analizadas sobre sucesos navarros en otros países, me he quedado con el retrato que realizó el periodista Julio Martínez Torres hace 60 años a una comunidad de valtierranos en Suiza.
J. Martínez refleja muy bien las vivencias de decenas de riberos que dejaron el campo y comenzaron en el sector servicios suizo.
La necesidad cambia geográficamente
En el reportaje escrito en 1964, J. Martínez parafrasea a un vecino de Valtierra que vive en la ciudad de Rorschach: "Esta ciudad lleva un adelanto a Pamplona de unos 50 años y a toda la Ribera unos 70 años". Aquel valtierrano se refería a que el nivel de vida de la ciudad era muy alto. "Todos los recién llegados empiezan a perder peso", confirmó el navarro, queriendo evidenciar que el menú suizo era algo caro.
El pronóstico de aquel joven se ha hecho realidad. Aunque ni Pamplona, ni Valtierra llegan 一y dudo mucho que lleguen nunca一 a tener 250 hoteles como tenía Rorschach en la década de 1960, sí que hemos conseguido ser, según el vicepresidente de Navarra, oriundo de Marcilla, Félix Taberna, la comunidad con el nivel de vida más alto de España (desde 2008) y que, para quienes buscan un futuro mejor es un sueño hecho realidad.
Choque cultural
Para los suizos, tener a tanto navarro merodeando por sus calles, era incómodo. Nuestros compatriotas habían llegado con ganas de trabajar y, pese a que su acento ribero nunca dejó de retumbar en las lavanderías de los hoteles, las fábricas y las conserveras, la realidad que cuenta J. Martínez en su crónica es otra. "Muchos se sentían mirados con recelo por los suizos, que veían a los emigrantes con mezcla de desprecio y temor", afirma el periodista. Esto hacía que la integración fuese difícil.
El carácter navarro impactaba a los suizos. El matrimonio Rischanek se encargaba de la gerencia de El Convicto, una pensión en donde vivían varias mujeres navarras junto a otras españolas. Ante las preguntas de J. Martínez, la pareja definió la forma de ser de estas mozas como "muy explosivas". El señor Rischanek añadió en su respuesta que en comparación con los suizos, que todo lo arreglan "a las buenas", el español "cree que gritando se solucionará, pero no es así", concluyó el dueño de la residencia.
Las diferencias culturales no solo se daban en el plano social. Laboralmente, los valtierranos también tuvieron que superar barreras ideológicas. Es alarmante ver cómo se sorprendían 一y justificaban一 porque los hombres podían acceder a puestos de trabajo que en España, en 1964, eran cosas de mujeres. La crónica de J. Martínez habla de la destreza de esos mozos con "el sartén", el jabón, la plancha y la temida escoba, porque "no les quedaba otra", como afirmaba uno de los empleados.
Los migrantes navarros también tuvieron que asimilar que en los supermercados a donde iban a comer, los precios no se negociaran como lo hacían en casa, "no importa cómo vaya vestido el comprador, 一se asombraba un muchacho navarro一, las cosas tienen un precio fijo".
Además, por proceder de un país cristiano católico no les miraban bien si, por ejemplo, merodeaban en la cadena de supermercados Migros, de creencia protestante, y viceversa, estos jóvenes eran criticados si realizaban sus compras en esos locales calvinistas y luego se les veía en establecimientos apostólico-romanos.
Guetos navarros
Ante la incomprensión de los lugareños, los navarros y las navarras en Rorschach, entre los que había más de medio centenar de valtierranos, aprendieron 一o no les quedó otra一 a hacer piña.
Uno de los ejemplos que constata J. Martínez es el de la "desbandada del menú". En las residencias en donde se alojaban las navarras "explosivas", si no se guisaba a gusto de todas, "por compañerismo", como indica el reportero de Diario de Navarra, las inquilinas dejaban intacto el plato por reacción en cadena a modo de repulsa.
En otra ocasión, a raíz de una tragedia, varios valtierranos hicieron una colecta para repatriar el cadáver de uno de sus compatriotas, Santiago Forcen, que con 19 años murió ahogado en el lago Constanza. Fue el primer navarro muerto en Suiza. Gracias al esfuerzo de muchos navarros, españoles y también suizos, pudieron devolver el cuerpo a su tierra. Además, el dinero sobrante se entregó a la madre de Santiago.
Estas historias rescatadas son el reflejo de lo que hoy estamos viviendo en nuestra tierra. Según el propio Diario de Navarra, en Rorschach había en 1964 más de medio centenar de valtierranos trabajando en fábricas, conserveras y hoteles. Seis décadas después, es evidente que los flujos migratorios han cambiado de dirección: entonces eran los vecinos de Valtierra quienes buscaban una vida mejor al otro lado de la frontera, hoy son otras personas quienes llegan a Navarra con la misma esperanza.
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